2017-07-09

La leyenda del Chaltén y los inventos de Elal

La mitología tehuelche cuenta la historia de Elal, un niño prodigioso que aprendió a defenderse de los elementos subsistiendo por sus propios medios en la inclemente cima del cerro Chaltén.

Elal, protegido por el cisne Kookn
El cisne Kóokn rescató al niño Elal de las garras de un gigante y lo trasladó a las yermas tierras de la Patagonia argentina, depositándolo en la cima de la más imponente cumbre de la región: el cerro Chaltén (conocido actualmente como monte Fitz Roy).

Los primeros tres días que pasó en esa cima fue alimentado y protegido por las aves que lo habían llevado allí. Pero luego fue librado a su suerte, por lo que tuvo que aprender a luchar contra el frío, la nieve y el viento.

Para defenderse del frío aprendió a producir fuego golpeando unos pedernales; para la nieve, fabricó un toldo (kau) con pieles de guanaco, y para el viento, utilizó una capa (kai). Además, creó el arco y la flecha para defenderse de las fieras.

Elal transmitió sus inventos y descubrimientos a sus amigos, los aonikenk (tehuelches), además de impartirles sabias normas de vida y de moral.


Allá arriba, al lado del sol, Elal espera a sus amigos y les ofrece caza abundante en los mundos del espacio. Como prueba de su buena voluntad, dejó impreso en el cielo la huella del ñandú (choique), más conocida como la constelación Cruz del Sur, para indicarles el camino que han de seguir.

La majestuosidad del Chaltén iluminado por las luces del amanecer
Los aborígenes patagónicos miran con agrado al cielo estrellado, confiando en que allí están sus compañeros divirtiéndose con perpetuas cacerías, como lo demuestran esas nubes blancuzcas, las nubes de Magallanes, que es el polvo que levantan las manadas de guanacos al salir corriendo.



Y lo dice también ese gran callejón blanquecino, la Vía Láctea, por donde pasan a la carrera los cazadores, sembrándolo con las plumas de los choiques que han cazado.


Pulgarcito de la Patagonia (A Leer Con Pictogramas). De Walter Carzon. En una aldea, al pie de la cordillera, vivian siete hermanos. El menor tenia el tamaño de un grano de maiz.

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