2010-04-24

Sombra Negra (un cuento de terror)

Este es un cuento de terror, pero que no asusta demasiado. En realidad, es un cuento que enseña que, a veces, las cosas que más nos asustan resultan ser tan buenas como una mascota cariñosa. Este cuento pertenece a nuestra antología de cuentos infantiles de Halloween.


Marquitos era un chico muy valiente. No le tenía miedo ni a la oscuridad, ni a los truenos, ni a las películas de miedo. No le temía casi a nada, excepto a una sola cosa: de vez en cuando, por las noches, en uno de los arbustos de al lado de su casa, veía dos ojitos de color verde oscuro que lo miraban fijamente. Eso lo aterraba. Y lo peor es que cuando le decía a sus papás que miraran el arbusto, los ojitos desaparecían. Tanto miedo le daban esos ojitos que siempre trataba de pasar lejos del arbusto, y evitaba mirarlo por las noches, para no saber siquiera si los ojitos misteriosos estaban allí o no.


Una noche, los papás de Marquitos salieron a pasear, dejándolo a él al cuidado de su abuela. La abuela era muy responsable, pero tenía un único problema: siempre se quedaba dormida. Y esa noche no fue la excepción. Mientras su abuela dormía frente a la televisión encendida, él se dedicaba a mirar por la ventana. Y al hacerlo, no pudo evitar reparar en el arbusto. Sí, ese arbusto desde el cual solían asomarse los ojitos aterradores.

Pero esa noche, otra cosa llamó más su atención que el arbusto. Una persona se acercó a la puerta de entrada. Era un hombre de aspecto misterioso. Marquitos pensó que tocaría el timbre, pero en vez de eso, sacó unas herramientas y comenzó a tratar de violar la cerradura para entrar a la casa. ¡Era un ladrón!


Tratando de controlar su pánico, Marquitos fue inmediatamente a despertar a su abuela, pero no lo logró, ya que dormía muy profundamente. Además no le salía la voz, de tanto susto que tenía. Pensó en llamar a la policía, pero no sabía el número. No sabía qué hacer, así que optó por volver a mirar por la ventana; justo en el momento en que una enorme sombra negra saltaba desde el arbusto y arremetía contra el ladrón. Víctima de un ataque con gruñidos, mordidas y ladridos, el ladrón se dio tal susto que salió corriendo tan rápido como se lo permitieron sus piernas. Tan rápido se fue que ni siquiera alcanzó a llevarse sus herramientas.


La perra negra enorme que había hecho huir al ladrón se volvió para mirar hacia la ventana donde estaba Marquitos, quien reconoció los ojos de color verde oscuro que solían darle tanto miedo. Desde ese día nunca más le dieron miedo, ya que Sombra Negra (ese fue el nombre con que Marquitos bautizó a su nueva mascota) pasó a ser su mejor amiga.

Y entonces sí, Marquitos pudo enorgullecerse de no tenerle miedo a nada.

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